Fuera de carta
Por Carlos Gimeno
CEO de KmO SlowFood
A estas alturas de mi vida en que mi memoria ya no es la que era y que duermo, a veces, menos de lo que debiera, sigue encantándome despertar lleno de ilusiones y decidir por mi mismo lo que quiero hacer, cuando lo quiero hacer y cómo hacerlo. Este estadio emocional en mi vida me permite decir lo que quiero decir con una mayor libertad que cuando necesitaba ser, digamos, mas políticamente correcto. La asertividad de poder decirle al pan, pan y al vino ,vino desde la esfera de la opinión publicada no imaginan lo balsámico que resulta para nutrir algunas viejas cicatrices.
Que nadie piense que este sentido práctico del camino me resta ni un sólo ápice de aprecio por el valor de los detalles, ni una gota de sensibilidad … al contrario, nada de esto me impide ser, en el fondo y en la forma, un romántico empedernido. Nada merma mi esperanza de hacer del mundo un lugar un poquito mejor. Al menos lo voy consiguiendo con mi mundo en el que cada vez elijo mejor a los inquilinos que dejo quedarse a vivir en él. Soy cada vez más humano y cada vez conozco mejor mis defectos.
Viajo ya tranquilo, creo en la magia y no descarto que algún día, alguien quiera escribir algunos capítulos conmigo.
Así las cosas, defiendo como mi gata, panza arriba, el producto local español. La magia de nuestros maestros artesanos que de sol a sol y de luna a luna, trituran las horas del día para hacer posible que cuadren las balanzas y los balances, las manos de los restauradores que hacen posible una nueva cocina en alianza con su territorio y alejados del producto de lineal y entendiendo que la economía circular, la de su territorio, es la que va a seguir permitiéndonos que los barrios sigan vivos y, nosotros, los clientes, tengamos la opción de elegir entre lo extraordinario o lo “refrigerado”, que de esto, de lo extraordinario, mis queridos Jose Vicente @lafarolarestaurante, Alex @ chef Iga, Pedro @elduendedelfuego, entre tantísimos otros, saben lo que supone el golpe a golpe y el verso a verso de la nueva cocina, o los emprendedores en el ámbito del turismo rural que también, golpe a golpe, van entendiendo que no ofertan solo camas sino que son prescriptores de emociones y en ese ecosistema, producto, gastronomía y turismo es en el que debemos trabajar para evitar convertirnos, mas pronto que tarde, en una sucursal barata de supermercado de los de “siempre precios bajos”. Por ahí existen algunos bares premiados por cervezas de lineal que no han comprado en clave de proximidad ni siquiera el periódico. Desalmados que ofrecen gastronomía de lineal pero a precios de nuevo rico bajo el mantra del mejor bocadillo. No compran pan, tomates, mermeladas o vino mas que al distribuidor que mas barato les ofrece la cosa y ya sabemos que cuando no hay pa todos, hay patadas. Pongo siempre un ejemplo, hay que comprar siempre al que luego va a utilizar tu servicio, eso es la economía circular contado en morse. El de la cerveza de lineal nunca va a ir a sentarse a tu bar o a tu restaurante pero está cizallando la oportunidad de las cervezas artesanas, más caras, pero también muy diferentes.
Comprar en clave local significa apoyar a las empresas y negocios de tu comunidad.
A continuación, te presento tres razones por las que es beneficioso para ti y tu comunidad comprar en clave local:
- Fomenta la economía local: Cuando compras en negocios locales, el dinero que gastas se queda en la comunidad. Estos negocios, a su vez, pueden contratar a más personas de la zona y pagar impuestos locales, lo que ayuda a fortalecer la economía local.
- Ayuda a mantener la diversidad cultural: Los negocios locales a menudo ofrecen productos y servicios que son únicos y diferentes a los que se encuentran en las grandes cadenas comerciales. Al comprar en estos negocios, estás ayudando a mantener la diversidad cultural y preservar la identidad única de tu comunidad.
- Mejora la calidad de vida en tu comunidad: Al comprar en negocios locales, estás ayudando a construir una comunidad más fuerte. Estos negocios suelen patrocinar eventos locales, deportivos y culturales, y contribuyen a mejorar la calidad de vida en la zona. Además, muchos negocios locales tienen relaciones personales con sus clientes y pueden ofrecer un servicio más personalizado y adaptado a tus necesidades.
Hay personas que seguirán prefiriendo el lineal por la facilidad que supone el ya-que, ya que he venido a por el pescado me llevo la verdura, los huevos y la mermelada. Este fenómeno, el ya-que, esta destruyendo el tejido mas importante de pequeños autónomos que tiene España y, encima, a algunos personajes insignes del lineal se les premia por crear puestos de trabajo cuando la realidad, tozuda, nos demuestra que cada puesto nuevo creado en una gran superficie arrasa 10 puestos de trabajo del barrio y reduce las expectativas de visibilidad de los excelentes productos españoles. Da lo mismo, tal parece, que algunas croquetas de super se parezcan mas a la bazofia que le dan a los presos para que hablen que a un alimento supuestamente de confianza.
Se hace hora, urgente, de agitar el árbol de los pequeños y que se dejen de fantasear con comercios que venden lo mismo que los mercadonas y encima a un precio superior. En esta escena del crimen es preciso acotar todas las variables que nos suponen riesgo para no perder ninguna huella que nos favorezca en el análisis que necesariamente debemos hacer. Veo algunos, muchos, establecimientos que siguen vendiendo producto industrial cuando en su ADN figura la diferenciación por la calidad, el valor de los productos frente al calor de las marcas mas publicitadas. Decia Machado que hay que ser un necio para confundir valor y precio y tal que así. La semana pasada llamé por teléfono a una empresa que publicitaba en Instagram rebajas en sus alimentos. La admiración es transitiva, si el te admira también te admiro yo a ti pero cuando escuchas alguna blasfemia de este calado, a mi personalmente me atacan mis diablos interiores y casi convierto el final de la conversación en el relato del crimen de Puerto Urraco versión homicida alimentario. Corolario japonés: “Si no sabes sonreír, no montes tienda”.
El ámbito local no está sometido al regateo de un bazar persa.
Que ganen los productores locales, los restauradores, los hospederos seria de justicia poética pero la realidad es otra. La justicia se da en otros países comprometidos con la responsabilidad social y que se dan menos a la bebida de alucinógenos y la poesía la dejaremos para quien la entienda. Aunque ya sabemos que donde no hay justicia es peligroso tener razón porque los imbéciles son mayoría. Siempre.
Cuando no te toca ni aunque te pongas , cuando te toca ni aunque te quites, por eso, lo que toca ahora y ver qué pasa, es llamar a rebato a todos para ponerse pilas y coger palas para acomodar los escenarios de oportunidad en torno a lo local. Es hora de crear nuestro propio avatar y seguirlo siempre. Juntos. No hagamos como Roberto (nombre real) que pone una tienda al lado de una superficie de lineal y vende lo mismo pero más caro. Y luego, asfixiado económicamente, también hace rebajas en fines de semana. Ese no es el reto. Ese es el roto que muchos se hacen por no saber apreciar el segmento al que ofrecer sus productos. A Roberto le diría ,si me oyera, que se relaje porque nos la están metiendo hasta donde pone Toledo pero, él solo alcanza a enfadarse y arremete contra los molinos de viento.
La realidad, si no hacemos nada, nos va a engullir hasta el vientre de la ballena, desorientados buscando el código pin de la recuperación y, todavía, no es tarde.
Tenemos la suerte de vivir el momento con el altavoz más grande de la historia.
Porque podemos soltar ideas en Instagram, en Youtube, en un podcast, en un blog o en una web con toda la intención.
Y en cero coma esas publicaciones están dando la vuelta al mundo si las sabemos mover.
El que nos la cuela vendiendo el oro y el moro en Internet es un estafador.
Pero el que se la deja colar, muchas veces es porque tiene síntomas de rendición, poca autoestima o las defensas bajas. Y también se lo tiene que hacer mirar.
Seguimos adelante porque no solo somos mas sino que, ademas, somos mejores.