Una de las herramientas que los agricultores emplearon para dar salida a los excedentes de productos que generó el impacto del covid-19 en su día a día fue el del comercio electrónico. El campo descubrió el ecommerce y empezó a vender todo tipo de productos, desde patatas a frutas de temporada, empleando esta herramienta que previamente solo usaban unos pocos players de esa industria. Otra de las herramientas que usaron fue la de insistir en el comercio de proximidad y recordarle a los consumidores que sus productos eran cercanos y próximos. Por ejemplo, en Galicia, apareció Mercaproximidade, un sistema que conectó a productores agro-ganaderos de la comunidad autónoma con las principales cadenas de supermercados que operan en la región, que ofrecían los productos como elementos de proximidad.
En tiempos complejos, es bastante probable que se prefiera lo próximo frente a lo más lejano. En el caso de la crisis del coronavirus, no se trata solo de que la situación pueda haber hecho más complicada la distribución de productos que llegan desde lejos, sino que además los consumidores han propiciado aquellos patrones de consumo que les reportan una cierta comodidad emocional. Han buscado lo que les da confort y han premiado aquellos elementos conocidos y que generan una cierta nostalgia.
Es lo que nos ha llevado a consumir productos que asociábamos a la infancia en general (por ejemplo, ciertos elementos de snacks y comida basura) pero también los que vinculamos a las memorias infantiles en particular (quizá, aquello que asociamos a nuestras madres y abuelas). Y en todo ese consumo emocional lo local tiene mucha más fuerza. De hecho, los analistas de mercado creen que el coronavirus impulsará la tendencia del comercio local y de los productos de proximidad.
Como ha detectado ya Kantar, la covid-19 ha impulsado lo que llaman “localismo”. Los consumidores están prefiriendo ahora mismo los productos locales frente a los que llegan de fuera. Un 65% de los consumidores prefiere comprar productos que hayan sido producidos y creados en su propio país.
La tendencia será, junto con el boom del ecommerce y la búsqueda de la mejor relación calidad-precio en los productos, una de las grandes que dejará el paso del coronavirus en los hábitos de consumo de la ciudadanía. El localismo marcará cómo compramos y qué adquirimos una vez pase el recuerdo del coronavirus.
El 73% de los españoles compra local
La tendencia se ha visto de forma global, pero de un modo claro en aquellos países que han sido golpeados duramente por la enfermedad. Según los datos de Kantar, en general, el 42% de los consumidores reconoce que ahora mismo está prestando más atención a dónde se producen los productos que compran: miran más sus orígenes.
Pero si se pone el foco en un mercado concreto, se ve un tirón mucho más claro de lo local. El 87% de los consumidores chinos, el 81 de los italianos, el 76 de los surcoreanos y el 73% de los españoles reconocen que ahora mismo tienen sentimientos más fuertes de defender – y comprar – el producto local.
Frente a esos datos, se puede sumar una cierta reticencia a comprar productos que llegan de otros países, especialmente de algunos en concreto. En general y a nivel global, el 60% de consumidores reconoce que están menos inclinados (en diferentes grados) a comprar productos que vienen de China y un 47% a comprar los que vienen de Estados Unidos.
Por tanto, en la nueva normalidad los productos que los consumidores premiaremos serán aquellos que lleguen de cerca.
Es el momento de hacer mejor las cosas y trabajar en la causa común porque en España hacemos las cosas bien. Muy bien.
Por Carlos Gimeno
CEO de KmO SlowFood